lunes, 20 de septiembre de 2010

Random




Desnudate de cuerpo
de nombre
de ser.

Perdete en tu cuerpo
tu nombre
tu ser.

Entregate al cuerpo
al nombre
al ser.

Mutilá tu cuerpo
tu nombre
tu ser.

Y simplemente sé
el rayo de sol que pega en una hoja verde
el sonido de la inspiración del primer bostezo matutino
el roce de las plumas de un pájaro al volar
las cuerdas vocales tensas a punto de soltar una risa
una boca partida de tanto partir bocas ajenas
una sábana enredada entre nuestras piernas
la gota de transpiracion que corre entre tus pechos
el silbido de la daga enfundada tras tu espalda
el crujido de la escalera al salir de la habitación.

viernes, 10 de septiembre de 2010

La ciudad es nuestra

(Para Javi R., grandísimo amigo, compañero de reflexiones y aventuras en el cosmos facultativo)




Las maravillas de la percepción. De repente te pega como un mazazo en la cabeza.

Estás caminando por tus calles, tu asfalto, tu vereda, tus pasos, tu viento que mueve tus árboles, tus ojos cerrados palpando tu temperatura de tu aire. El griterío alegre de tus compañeros en tu facultad, en una fiesta que se hace desde abajo y a la izquierda, pero al centro de tu pecho y tu pecho de tus compañeros, encerrados en un par de paredes que se vienen abajo, en tu lugar de estudios, amistades y esparcimiento.
Tomados de la mano (tus mis manos con tus manos de todos) caminando por esas tus calles, defendiendo tus nuestros derechos, acompañando a todos tus compañeros de causas, azares y luchas. Mirando como tu nuestro viento mueve el pelo de tus nuestras compañeras y las hace sonreír y apurar un mate semi lavado para votar que la lucha prosigue, que seguimos dándole pelea a los de arriba y a la derecha, tus nuestro arriba y derecha, tus nuestros eternos perseguidores. Y nos reimos con todos, y puteamos con todos, y agitamos tus nuestras banderas. Tu nuestra identidad nos condensa, y a diferencia de las que nos quieren imponer ellos, sí es positiva, sí se define en sí.

Un tipo de barba dijo que se puede tomar el cielo por asalto. Tal vez el cielo sea el asfalto que se camina en una ciudad que, en primavera, se pone hermosa con los rubores del cambio.