En fin, 24 de marzo. Brutos, ignorantes, pelilargos, jóvenes. Con memoria, sin memoria, con conciencia, sin conciencia. De izquierda, de derecha, de centro. Todos deberían pensar en lo que este día es, o pudo haber sido de no haber sido por quienes, en teoría, "perdieron la guerra". Si los milicos no hubieran "ganado la guerra" (cuidado Graziano, voy por tí), los pibes de hoy en día sabrían qué sucedió un día como hoy hace treinta y dos años. Pero si la guerrilla, la voluntad no hubiera ganado la guerra, no habría fisuras, no habría quiebres. Algún resquebrajamiento tiene que haber, carajo. Alguna vía de escape, alguien a quien matar, alguien a quien poner una bomba, o un Massera al cual desconectar.
Este documental que PK me hizo ver, Disappeared (no lo recomiendo), a pesar de su chatura me dejó pensando en algunas cosas que quiero ordenar para tal vez mañana en el laburo acudir a este delirio noctámbulo y que se me ocurra algo qué hacer (no necesariamente un Lenin). Alumno, ¿qué es una persona? Vaya uno a saber. Uno es uno, y uno es dos. En el amor, en la muerte y en la mentira, uno es dos. Y esto que puede sonar idiota o un fracaso dialéctico, tiene su razón de ser.
En el amor, uno es por uno mismo y por la persona que ama. "En la calle, codo a codo, somos mucho más que dos", dijo Benedetti. Sí, exacto: somos más que dos (aquella voluntad indestructible, aquel vínculo casi secreto y místico), pero también somos mucho menos que uno (completar los pensamientos del otro, sentir lo mismo, amar lo mismo). Y ni digamos cuando se produce el milagro de la vida: somos mucho más que tres y mucho menos que uno, por el mismo argumento.
Al morir, uno es uno (el muerto que muere) y uno es el uno que queda en los demás (desde el gordo bolche que escuchaba metal, hasta el hijo desordenado, pasando por el amigo que se calienta si no le responden los mensajes de texto por el guitarrista y cantante fracasado de una banda en génesis). ¿Cuántos somos?
Y la mentira es una autoduplicación: uno genera en los demás una cierta imagen de sí mismo distinta a lo que en realidad es. Uno es uno y lo que le hace creer a los demás. Con lo cual, uno permanentemente está mintiendo porque está imponiendo una cierta forma ajena a uno. ¿O no ocultamos nuestros pensamientos y sentimientos "with our backs to the wall"?
¿A qué viene todo esto? A los desaparecidos. Videla dijo "no son muertos, ni vivos: están desaparecidos". Están en el limbo, en la incertidumbre absoluta. Entonces, en estos tres actos fundamentales de la vida (el amor, la muerte y la mentira) se conjuga la vida de estos 30000 (que son 30000 y mucho más que eso) personas que están, no están y siguen sin no estar estando. Amaron y creyeron que con su amor cambiarían las cosas. "El revolucionario se mueve por un fuerte sentimiento de amor", dijo el Che. Su muerte (ya sea cierta, no cierta, o por lo menos en un aspecto lo están) es una superación: murieron (los asesinaron) para callarlos. Y esperemos que no lo logren. Y la mentira es aquella que los militares (y ciertos "civiles") intentaron imponer: pasando por las identidades falsas y la apropiación de bebés, hasta la patética teoría de los dos demonios y los gobiernos progresistas que se escriben con K.
Para que quede claro que soy "pluralista", cito también a la Biblia: "Sólo la verdad os liberará". Muchas muertes son verdades, y esas verdades nos liberan a todos. Mi forma de liberarme es procurar no esconderme detrás del muro, y continuar a pesar de la desaprobación del 95% de la sociedad con mi frontalidad asesina, con mi ideología "ajena a los intereses nacionales", con el pequeño homenaje de todos los días: estar vivo y procurar cambiar las cosas.
Y mientras tanto, alguna melodía se me va a ocurrir.
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