martes, 14 de diciembre de 2010

Café de los Filósofos (Parte II)

(prosigue de acá)


- ¿Me está tildando de gringo?
- Difícilmente diría eso. Sí digo que la trampa de ese pensamiento es robarle al pensamiento nacional la terminología y el estilo, disfrazando un movimiento intelectual que conduciría al país a una vía muerta. Esta presentación como expertos o tecnócratas, no hace más que encubrir la colonización pedagógica que usted pretende, padre del aula, Sarmiento inmortal.
- Mire, Jauretche. Las masas están menos dispuestas al respeto de las vidas y de las propiedades, a medida que su razón y sentimientos morales están menos cultivados. Precisamente entonces, inclusive por egoísmo de los que hoy gozan de mayores ventajas en la sociedad, debe aniquilarse el instinto de destrucción que yace dormido, despertando la vida política en esas gentes.
- Y la escuela es el lugar para hacerlo.
- Por supuesto que sí.
- El problema es que esta educación, como está actualmente, gobierna bajo la máscara de una pretendida cultura los intereses antinacionales, excluyendo los intereses sociales y nacionales por falta de aptitudes técnicas.
- Usted confunde la causa y el efecto. Cualquiera que estudia detenidamente los instintos, la capacidad industrial e intelectual de las masas en la República Argentina, Chile, Venezuela u otros puntos, tiene ocasión de sentir los efectos de aquella inevitable pero dañosa amalgama de razas incapaces o inadecuadas para la civilización.
- Lo único que falta que me diga es que los extranjeros vienen a ocupar los lugares en la educación y en los hospitales, desplazando a los argentinos de bien... mi estimado, usted es un lugar común caminante, la definición misma de zoncera.
Un sonoro “uuuuh” se escuchó en todo el bar. Mirando a nuestro alrededor, notamos que las conversaciones se habían callado, y estaban todos prestando atención al debate. En medio del silencio atroz, escuchamos al mozo levantando apuestas, al grito de “¿Quién ganará? ¿El causante del fascismo de la clase media, o el pequebú con culpa y conciencia de clase? ¡Apuesten ya!”. Aunque algunos lo miraron mal, muchos se levantaron y tímidamente se acercaron a la barra. Por lo pronto, nosotros apuramos lo que nos quedaba de caña y nos instalamos cómodamente a esperar la respuesta. Rodolfo Fogwill nos apoyó una botella de whisky a medio tomar en la mesa, y espetó: “Recién llego y es lo mismo que afuera. No estoy para estas boludeces”. Antes de irse, nos guiñó un ojo: “Eso sí: diez mangos al peroncho”, y pegó un portazo en el bar. En lo que a nosotros refería, no nos moveríamos ni un milímetro hasta no tener la respuesta de Sarmiento, que no se haría esperar.
- Sepa que a la menor conmoción de la república -comenzó-, a la menor oscilación del gobierno, estas inmundas y estrechas guaridas del hombre degradado por la miseria, la estupidez y la falta de intereses y goces, estarán siempre prontas a vomitar hordas de vándalos, como aquellos campamentos teutones que amenazaban la Europa y la saquearon en los siglos que sucedieron a la caída del Imperio Romano. No ocurre así en los Estados Unidos, donde la difusión de la lectura, esa que brinda la escuela elemental, ha asimilado la manera de vivir del rico y del pobre.
- ¿Ah, sí? -dijo Jauretche, manoteando el diario, ya arrugado. Recorriendo unas páginas, extrajo una y dándosela a Sarmiento, indicó- ¿Y qué es esto entonces? ¿Qué hay de la crisis en su admirado país del norte?
- Hay una gran diferencia. Ellos tienen una moral más elevada, que se produce en las masas por la facilidad de obtener medios de subsistencia, el aseo que eleva el sentimiento de la dignidad personal, y la cultura del espíritu que estorba que se entregue a disipaciones innobles y al vicio embrutecedor de la embriaguez. La escuela no sólo da esto, sino que absorbe una parte de tiempo, que sin ella sería disipado en la ociosidad y en abandono. Habituar al espíritu a la idea de un deber regular, continuo, le da lo que es hábito de regularidad en sus operaciones; añadir una autoridad más a la paterna, que no siempre obra constantemente sobre la moral de los niños, lo que empieza ya a formar el espíritu a la idea de una autoridad fuera del recinto de la familia.
- Cuando dice una autoridad más, ¿se refiere al imperio colonial? La colonización pedagógica es algo muy distinto a la espontánea incorporación de valores universales a una cultura nacional. En semicolonias como la nuestra, esta colonización pedagógica es esencial, porque no dispone de otra fuerza para asegurar la perpetuación del dominio imperialista, y ya es sabido que, como las ideas no se matan, en cierto grado de su evolución, se truecan en fuerza material. Esta es la europeización y alienación escandalosa de nuestra literatura, pensamiento filosófico y crítica histórica.
- No hay tal invasión europea, mi amigo. Lejos de eso, hay que mencionar que un crecido número de emigrantes de otras naciones que no sean la española, la única que nos es análoga en atraso industrial e incapacidad industrial, traerá como consecuencia forzosa la sustitución de una sociedad a otra, haciendo lentamente descender a las últimas condiciones de la sociedad a los que no se hallen preparados por la educación de su capacidad intelectual e industrial. Es fácil vaticinar a millares de padres de familias que hoy disfrutan de una posición social aventajada, que sus hijos, en no muy larga serie de años, descenderán a las últimas clases de la sociedad.
- Ahora, retomando sus palabras, el que confunde causa con efecto es usted. Usted y sus coetáneos facilitaron el proceso de estructuración de los nuevos países como países dependientes, derogando todos los valores autóctonos que podían servir, sin admitir la posibilidad de una creación original. Dando por sentado que la cultura era exclusivamente lo importado, se convirtió en uno de los más eficaces instrumentos para extirpar de raíz los elementos locales de cultura preexistente.
- ¿Qué elementos locales? Si justamente el mal que aqueja a este país es su extensión. Fíjese sino Uruguay...
Una voz se levantó desde el fondo. “Disculpe, ilustrísimo”, interrumpió Mario Benedetti. “Te metiste en crueldades de once varas, y ahora el odio te sigue como un buitre. No escapes a tus ojos. Mírate así. Aunque nadie te mate, sos cadáver. Aunque nadie te pudra, estás podrido”, le espetó el poeta, de pie y con la voz ronca. Se volvió a sentar, y el clima se enrareció. Sarmiento, quien parecía turbado, se disculpó precariamente. Un tanto más sereno, se volvió a dirigir a Jauretche.
- Lo que quise decir, tal vez de manera errónea, es que no hay población civil en América, por malas que hayan sido sus condiciones de fundación, que no subsista pobre y miserable hasta hoy, por la propia vitalidad de la naturaleza humana, cuando no es atrofiada por concepciones teóricas. Hombres con cerebro, mujeres con corazón se han alejado de lo que creían los males de la competencia, para probar lo que creían ser los salvadores principios de la asociación.
- Seguimos con los lugares comunes, don Domingo. ¿O sea que la libre competencia y el individualismo es la única manera de salir adelante? ¿Que realmente la sociedad opera según el sálvese quién pueda?
- Las razas, Jauretche, las razas. Tome por caso las diferencias de volúmenes en el cerebro. Bajo el punto de vista intelectual, los salvajes son más o menos estúpidos, mientras que los civilizados se componen de estólidos semejantes a los salvajes, de gentes de espíritu mediocre, de hombres inteligentes y hombres superiores.
- Habló el europeo.
- ¿Cómo dijo?
- Lo que escuchó, Domingo. Usted es un ignorante. Carece de objetivo debatir con usted, ya que lejos de representar una “ilustración en cosas nuevas”, es una simple repetidora de envejecidas y exóticas afirmaciones dogmáticas, cuyo poder de convicción reside exclusivamente en el de la propaganda. No hay ningún problema intelectual. Es una cuestión de hecho, porque el conflicto no es de las ideas, ampliamente superado, sino el de la imposibilidad en que se encuentra la “intelligentzia” de actualizar su ideario de importación en presencia de un país que lo rebalsa. No es más que un busto petrificado en mármol, Sarmiento. La inteligencia, de la que no dudo que posea, cuando se hace intelligentzia, es un acto de traición, y más aun si es conciente y por paga, sacrificando incluso sus propios valores reales.
 ¿Me tildó usted de corrupto? -gritó Sarmiento, ya de pie-
La batahola no se hizo esperar. Vasos, botellas, sillas, todo elemento contundente que fuera pasible de ser agarrado se disparó por los aires, en una batalla que claramente logró zanjar la diferencia entre la teoría y la praxis. Sarmientinos por un lado y jauretcheanos por un lado se enfrentaron más que con palabras, con la dureza de los objetos voladores. Al ver que no nos prestaban atención en medio del caos, nos escabullimos como pudimos hasta la puerta y escapamos del descalabro, sin pagar, convencidos de que la pelea entre esas eminencias se repetiría una y otra vez, ya no en forma de farsa, sino de tragedia.

Café de los Filósofos (Parte I)


Aclaración: Esta es la respuesta a un parcial muy flashero en el que estuve trabajando. Obedece también a una idea que tenemos con varios amigos de la facultad de armar una serie de cortos -o algo así- con este mismo concepto. Y ya que tuve que simular una conversación entre Jauretche y Sarmiento, decidí aplicar la idea, con los resultados que verán a continuación.


Hay un bar olvidado, una suerte de limbo dantesco, donde las grandes figuras debaten sobre la situación actual. Nunca es de día, nunca es de noche. No hay sol, ni luna, ni estrellas: las nubes lo cubren todo en un cielorraso inexistente. Caminando por las calles de Almagro, nos metimos en un tugurio de esos que abundan, esperando encontrar cerveza barata. Y vaya si nos sorprendimos al encontrarnos con las luminarias de la historia, delante nuestro. Aprovechando que no parecían notar nuestra presencia, pedimos una cerveza y nos dispusimos a escuchar.
Tras escuchar las reflexiones de Borges, una reedición del capítulo 7 de Rayuela de boca del mismo Cortázar -destinado a alegrarle el momento a Soledad Rosas-, nos disponíamos a irnos cuando escuchamos un tumulto de una de las mesas del fondo. Con más curiosidad que sed -aunque con un apresurado gesto al mozo renovamos el pedido, agregando más maníes- nos acercamos a esa mesa. Grande fue nuestra sorpresa al encontrarnos al “Padre del aula” discutiendo con gesto enérgico con Don Arturo, quien sostenía un diario de estos días en la mano.
- Mire que lo respeto, Domingo, y usted sabe que es así, pero esto es un diálogo de nunca acabar...
- Arturo, deje de embromar. Es un hecho: las personas que ocupan el predio del Parque Indoamericano en Villa Soldati son un claro ejemplo de lo que vengo sosteniendo hace años. Fíjese sino cómo en la degeneración de la argentinidad, proceso que no se detuvo desde mi fallecimiento, se expresa que haya gente que no tiene el respeto básico por la propiedad privada. Y eso siendo generosos, porque muchos de los que están ahí ni siquiera son argentinos.
- Leyendo esta porquería -aseguró Jauretche, mientras agitaba el diario en su mano- me doy cuenta de lo que hondo que calaron sus palabras. Mi estimado, no es necesario construir una cultura nacional desde la agresión, ni muchísimo menos hacerlo desde una perspectiva tan extranjerizante.
- ¿Cómo dice?
- Claro, a ver. Si bien le reconozco sus virtudes en asegurar que eventualmente el África será la región del porvenir, eso no niega que usted haya dedicado su carrera sistemáticamente a defenestrar la cultura de los indios, consagrando como valores universales a todo lo que viniera desde Europa.
- ¡Como debía ser! Fíjese sino cómo esos indios que se dispersaron por el extensísimo territorio nacional son parte hoy de los ciudadanos argentinos. Y así estamos, desgraciadamente. Amén de sus capacidades, carecen por completo de capacidad social, por ser una raza más atrasada en la organización de la sociedad.
- Una vez más, usted confunde civilización con cultura. No tengo ningún problema con los extranjeros, pero el problema es que usted y sus coetáneos pretendieron crear Europa en América, transplantando el árbol y destruyendo al indígena que podía ser obstáculo al mismo para su crecimiento. Usted dice que los que toman el Parque de Villa Soldati son todos inmigrantes que no trabajan y, para colmo, que son de razas inferiores. Menuda zoncera, mi amigo.
Sarmiento crispó su puño, tomó un sorbo de su café (“Es demasiado puro para tomar alcohol”, nos comentó Mitre al oido, sin despegar la vista de los chistes de Tute del diario que fundó) y se irguió en su asiento.
- Fíjese cómo será -arrancó, impostando una calma que sus ojos chispeantes desmentían- que la mezcla de españoles puros, europeos, mezclados con elementos de la raza negra, una gran masa indígena, todos ellos hombres casi prehistóricos y de corta inteligencia, difícilmente forman un todo homogéneo. El secretario de la misión norteamericana...
- Estadounidense -corrigió Jauretche-.
- … Norteamericana, decía -afirmó tajantemente Sarmiento-, Mister Blackenridge...
- Uf, “míster” Blackenridge, qué eminencia -deslizó entre risas sarcásticas-.
- … decía -elevó el tono de su voz- en 1817 que quedarían entre 3.000 y 4.000 personas que sotendrían la causa de la independencia, excepto los indios, quienes además de traicionar a Belgrano y pasarse a la causa realista en más de una oportunidad, cuentan poco por su estado de esclavitud. Cuando estos españoles perdieron su lugar en el poder, empezó el descalabro.
- Así anda el pueblo de pobre -recitó Jauretche, con tono gauchesco y sereno- como milico en derrota; le dicen que sea patriota, que no se baje del pingo: pero ellos con oro gringo se están poniendo las botas. Conmovedor, ¿no, Jorge Luis?
Unas mesas más lejos, Borges agitaba su bastón blanco y profería insultos poco dignos del gran escritor que cambió la literatura universal. Al ver nuestra mirada de incredulidad, Paco Urondo nos palmeó la espalda y río: “Qué increíble que este viejo zorro haya prologado un libro de Arturo, ¿no?”. Acto seguido, gritó: “¡Mozo! ¡Dos cañas Legui para mis acompañantes!”. Cuando nos llegó la bebida espirituosa, escuchamos a Sarmiento, quien trataba de mantener la compostura.

(continuará)

jueves, 21 de octubre de 2010

Escalofrío


Yo,
que estuve cuando las banderas se agitaban.
Que salté al unísono con mis compañeros.
Que canté mil y una veces canciones de protesta.
Que pasé noches de frío abrazado a una guitarra, reclinado contra un aula desvencijada.
Que tomé más mates lavados que muchos, cebados con una sonrisa.
Que me desesperé encerrado en una oficina mientras amigos y compañeros resistían embates policiales.
Que levanté el puño de alegría al ganar una lucha de 45 días,

también
me sentí insultado cuando algunos llaman pueblo al enemigo.
Me creí más mortal que nunca al saber que 23 años son muchos.
Me paralizó el miedo no a ellos, sino a los que justifican la hemorragia lamiendo la sangre ajena.
Me derribó la tristeza de las mismas canciones, entonadas desde el saber que éramos uno menos.
Me invadió la furia vengadora en un cinco por uno inútil.
Me recorrió de principio a fin un escalofrío al saber que no les valemos nada.

Sin embargo,
sé que aunque es patético encontrarnos todos juntos llorando un nombre
y que esa sea la causa de la unión efímera
por lo menos mientras dura
la vida es eterna
los puños se alzan
y volveremos a cantar canciones
en las que recordemos a los que un día
intentaron que las cosas cambien.

Hasta ese entonces, ni olvido ni perdón.

viernes, 1 de octubre de 2010

Random #2: Constantes


La inundación los mató a todos. Cubiertos por agua, respirando agua, muriendo en el agua. Cuando se rompió el dique, los campos fueron arrasados, las casas demolidas y todo por una gran masa líquida de color azul cielo –con alguna ocasional nube-. Pero sin embargo, en una de las colinas más altas, aún puede verse dos figuras que sostienen un arma, uno contra el otro, y saben que mirar la devastación es asegurarse la muerte que tanto ansían, sólo que no a manos del otro. Ellos podrán morir, pero su orgullo sigue vivo. Y mientras, el agua lo cubre todo.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Random




Desnudate de cuerpo
de nombre
de ser.

Perdete en tu cuerpo
tu nombre
tu ser.

Entregate al cuerpo
al nombre
al ser.

Mutilá tu cuerpo
tu nombre
tu ser.

Y simplemente sé
el rayo de sol que pega en una hoja verde
el sonido de la inspiración del primer bostezo matutino
el roce de las plumas de un pájaro al volar
las cuerdas vocales tensas a punto de soltar una risa
una boca partida de tanto partir bocas ajenas
una sábana enredada entre nuestras piernas
la gota de transpiracion que corre entre tus pechos
el silbido de la daga enfundada tras tu espalda
el crujido de la escalera al salir de la habitación.

viernes, 10 de septiembre de 2010

La ciudad es nuestra

(Para Javi R., grandísimo amigo, compañero de reflexiones y aventuras en el cosmos facultativo)




Las maravillas de la percepción. De repente te pega como un mazazo en la cabeza.

Estás caminando por tus calles, tu asfalto, tu vereda, tus pasos, tu viento que mueve tus árboles, tus ojos cerrados palpando tu temperatura de tu aire. El griterío alegre de tus compañeros en tu facultad, en una fiesta que se hace desde abajo y a la izquierda, pero al centro de tu pecho y tu pecho de tus compañeros, encerrados en un par de paredes que se vienen abajo, en tu lugar de estudios, amistades y esparcimiento.
Tomados de la mano (tus mis manos con tus manos de todos) caminando por esas tus calles, defendiendo tus nuestros derechos, acompañando a todos tus compañeros de causas, azares y luchas. Mirando como tu nuestro viento mueve el pelo de tus nuestras compañeras y las hace sonreír y apurar un mate semi lavado para votar que la lucha prosigue, que seguimos dándole pelea a los de arriba y a la derecha, tus nuestro arriba y derecha, tus nuestros eternos perseguidores. Y nos reimos con todos, y puteamos con todos, y agitamos tus nuestras banderas. Tu nuestra identidad nos condensa, y a diferencia de las que nos quieren imponer ellos, sí es positiva, sí se define en sí.

Un tipo de barba dijo que se puede tomar el cielo por asalto. Tal vez el cielo sea el asfalto que se camina en una ciudad que, en primavera, se pone hermosa con los rubores del cambio.

jueves, 19 de agosto de 2010

Sincericidio en masa

(para M.D.)


Hubo un día en el que toda pregunta tuvo su respuesta.

no me gustás
no me gusta tu cara
no quiero estar acá
por qué te tengo que tolerar, salame
me aburro profundamente, disculpá pero me voy al carajo
me gustás y me quiero enredar entre sábanas con vos acá y ahora
gil, tu novia me está mirando desde la otra punta del boliche
hoy no quiero estar con vos
me parecés un flor de forro

El día en el que las convenciones sociales se cayeron a pedazos.

ese día
las iglesias no repartieron las ostias, no había pecados que expurgar
las cárceles abrieron sus puertas, la libertad se palpaba con la punta de la lengua
las escuelas cerraron sus puertas, no había nadie a quién domesticar
la policía fue erradicada, nadie necesitaba control
los registros civiles fueron demolidos, nadie necesitaba justificar con un papel quién era
los cuerpos se entrelazaron en un infinito acto sexual
de carne
uñas
sangre
saliva
sin nombres
sin significantes
puro significado
todo signo
todo todos
y una risa
que era tuya
y era mía
y era nuestra

y en el mismo lodo, todos manoseados.

sábado, 14 de agosto de 2010

Logros en la vida


Tener un hijo? Aún no.
Escribir un libro? En sí, todavía no.
Plantar un árbol? Sí.
Hacer que un teatro completo se estalle de risa con un grito tuyo? Hecho.

viernes, 13 de agosto de 2010

Ficciones


Una vuelta alguien me dijo que no existe la ficción empezó a hablar. Su interlocutora, intentando destapar una botella de cerveza con un celular, objetó
es una terrible boludez.
Bueno, puede ser. Pero pensalo: vos y yo, en este bar, en una facultad de ciencias sociales, bajo un techo de chapa improvisado construido por los mismos estudiantes, a las 21.57 de un miércoles que llueve como la puta madre, esto es sacado de un cuento.
No te entiendo.
A ver, todo es relativo.
Qué tipo berreta que sos, te hacía más inteligente.
No podés ni destapar una cerveza y me bardeás
dijo mientras le arrancaba la botella de las manos y la abría con un certero golpe de un encendedor y no jodas más con el teléfono, que después se te hace mierda y no sabés ni por qué.
Explicá lo de la ficción, que como que pierdas mi atención me centro en el pibe del bar que no está nada mal.
¿Nunca pensaste que todo lo que hacés es por algo, tiene una razón de ser?
Decís el destino.
Sí y no. La idea del destino es absolutamente imprecisa. A lo que apunto es
dejó el punto en suspenso tomando un largo sorbo de cerveza para generar misterio. Ella se impacientó y emitió un sonoro bufido. ¿Y si tal vez esto nos estuviese pasando porque hay un flaco sentado en una oficina del Estado que mira por la ventana y piensa en que bien podría estar escribiendo cosas, mientras todo esto que nos pasa es leído por un flaco o flaca en otra parte del mundo vía monitor?
O sea, que somos personajes de algo.
Ponele.
¿Y qué tiene que ver esto con algo?
No tiene nada que ver con nada.
Bueno.

La cerveza se acabó.

jueves, 5 de agosto de 2010

Definición (III)


Según se ve, podría decir que el aburrimiento es ese momento en el que cerrás los ojos y la mente y te aturde un silencio rotundo, ninguna melodía nueva, ninguna palabra que vuela; cuando sentís una picazón en la parte del medio hacia a la izquierda de la espalda pero con tal de tener algo que te suceda, optás por no rascarte; o cuando intentás discernir segundo por segundo las diferencias de temperatura entre la inspiración y la exhalación y esgrimir, con total seguridad, que la diferencia entre una y otra es de cinco grados, décima más o décima menos; o el momento en el que estás tan pero tan sentado que no das por sentado ni que estás dormido o despierto o soñando con mirar por la ventana y ver las volutas de humo que suben en la chimenea de enfrente que se mezclan con las formas gruesas de las nubes en el cielo porteño y te das cuenta de que no estás soñando sino que lo estás mirando mirás el reloj y sólo pasó un segundo y como dijera el poeta la vida es eterna en cinco minutos.

martes, 3 de agosto de 2010

El segundo del caos


(créditos del título a M.A. Si leés esto... te debo unas cuántas)

Así como me pregunté en más de una oportunidad qué pasaría en el segundo en el que un día deja de ser el que es y pasa a ser otro -ejemplo más claro, en los famosos conteos de año nuevo-, es inevitable preguntarse por aquellos momentos en los que la represa estalla irremediablemente, pero de alguna u otra forma nada sale.
Esto es un hecho social, dijo una docente que tuve tras varios minutos de silencio, interrumpidos por una violenta patada voladora a un escritorio. ¿Cómo se nos impone a nosotros el control, interno y externo? ¿Qué pasaría si ese segundo en el que queremos mandar a cierta persona a la re mil puta madre que lo parió y no lo hacemos, lo dejamos salir? Si en esos momentos de rabia, en el que las lágrimas te nublan la vista, le partís algo en la cabeza a dicha persona.
Algunos hacen del sufrimiento su estandarte, su identidad, su elemento constitutivo. ¿Qué sería de ellos sin eso? Y ojo que no hablo del ajeno, hablo del propio. En ese segundo del caos, para estas personas particulares, la pregunta tal vez se invierta.

¿Qué pasa si en este segundo, no soy infeliz?

¿Qué pasa si en este segundo, no soy infeliz y no soy más yo?

Caos y control, la dialéctica social se cierne sobre nuestras carnes y mentes. Mientras tanto, una barrera más se cierra, para que la represa no se rompa, y las aguas del río no bajen rojas. Porque cuando lo hacen, el camino del paria empieza a hacerse realidad. Y a nadie le gusta ser ermitaño involuntariamente. Ahí es cuando ocurren los desastres naturales de la peor calaña: los que podían haberse evitado con un poco más de honestidad con uno mismo.

Principio de incertidumbre


Hechos recientes me motivan a pensar sobre lo frágil de los sentimientos. Pese a que uno podría, totalmente a priori, creer que hay ciertas cosas que no van a cambiar (el famoso "pese a todo, siempre vas a ser importante para mí"), el principio de incertidumbre golpea las puertas de la percepción con una violencia increíble.
Anteayer amantes, ayer parejas, hoy guardamos un cuchillo debajo de la almohada y la última bala en la recámara del 38, para aquellos que creen en un auto final misericorde y rápido. ¿El amor es una batalla? Puede ser. Sólo que nadie especificó contra quién, durante cuánto tiempo, cuál sería el campo de lucha, y mucho menos cuáles serían las reglas. El problema es cuando se infringen ciertas reglas, como por ejemplo, no dispararle al mensajero, ni al médico, ni a los civiles.
Siempre hay terceros. O son la causa, o son el efecto no deseado (¿consecuencias no deseadas de la acción?); pero quien crea que el amor es de a dos, se equivoca. Como toda relación, se encuentra inmersa en una sociedad, micro o macro, o como sea que fuere.
¿Dónde se va todo eso que se sentía por el otro? ¿Cómo se da esa transmutación que lleva a odiar tanto? El odio, ¿es amor cambiado de signo? ¿Tienen igual intensidad? Polos positivos, polos negativos. Cómo y cuándo se juntan, es cuestión de física, de los físicos y de las mentes, de las químicas y de las pieles, y de los años que pasan, y los días que se acortan y alargan, y así, una y otra vez.
Máscara sobre máscara sobre máscara. Verso contra verso contra verso. Muro tras muro tras muro.
Y mientras, las ruinas.

domingo, 1 de agosto de 2010

Definición (II)

Bien podría definirse la felicidad como aquel momento en el que tocás junto con tus mejores amigos una melodía compuesta entre todos, con una letra que habla sobre seguir luchando a pesar de las pálidas, mientras la compañera de vida se encuentra sentada en un sillón frente a uno, cantando a la par y sonriendo.

viernes, 30 de julio de 2010

Definición


La libertad tiene forma de voluta de humo exhalada a las 2.37 de la mañana, un jueves, al caminar bajo la lluvia torrencial por la calle Agüero mientras se escucha Milonga del Ángel de Ástor Piazzolla.

miércoles, 28 de julio de 2010

El de moño y el de gorra


Como no se me ocurre sólo un comentario, van varios, elijan el que más les guste.

1. El papa nazi, entendiendo mal el concepto de "usar gorrito".
2. El papa nazi se calzó la gorra. Literalmente.
3. De cómo Ratzinger trata de mostrar su bling bling, pero lo hace totalmente mal.
4. ¿Un nuevo intento de acercarse a la juventud?
5. La nota de La Nación que reproduce la foto, dice que se lo vio "muy canchero" con su look. Se ve que su onda es muy mala onda, y que la onda de mi onda les parecerá muy mala onda.

El satánico CEO J.H.

Era la hora 13, del día 13, del mes 13…
(Marge Simpson)


J.H. se sentía particularmente bien ese día. Al abrir los ojos (7.45 en punto, tal como su despertador marcaba) sabía que finalmente llegaría ese día en el que todos sus planes empezarían a ejecutarse. Mientras se metía en su ducha matinal y escuchaba las noticias en la radio, repasó mentalmente todos los pasos que se llevarían a cabo durante la jornada.
Serán inútiles los reproches. Que conste, que les hemos advertido, se dijo mientras manejaba su BMW último modelo por las pobladas calles neoyorquinas. Aunque su oficina no estaba muy lejos de su casa suburbana, los intolerables 45 minutos atestados de tráfico no le cayeron mal.
Hoy nada podía salir mal.
El ejecutivo ingresó a su oficina y le encargó a su secretaria un café (cortado, con una de azúcar, como siempre). Se sentó en su sillón de cuero, prendió su notebook y prendió uno de sus más finos cigarros importados. Luego de revisar las noticias de la empresa –nada nuevo bajo el sol, las acciones crecían como siempre, los usuarios seguían contabilizándose por cientos de millones, y su competidor más cercano no lograba aún hacerle mella en muchos de los segmentos del mercado-, inició el software de videoconferencias, y se comunicó con su superior directo, S.B. Mientras esperaba su respuesta, cargó ese programa que, simbólicamente, había dado en denominar Red Button.
Jon, lo lamento pero no será hoy. Azorado, J.H. escuchó todas las sandeces que su superior le decía respecto de la fidelidad a los clientes, la imagen pública, y lo que eso significaría en cuanto a la pérdida de clientes, tanto actuales como potenciales. Hay que esperar, todavía no estamos listos. Disimulando su ira, cortó la conversación una vez solucionados temas burocráticos de menor orden.
Cerró la tapa de su notebook y estrelló la taza de café contra la pared, provocando un violento sonido, y apagó lo que quedaba de su cigarro contra los restos de la infusión, pisándolos vehementemente. Todo su plan se había derrumbado.
Un día más, Jon Henerd recibía la negativa: no sería hoy el día en que Hotmail dejase de ser gratuito.

Remember when you were young?

You shone like the sun.
Shine on, you crazy diamond.


Me acuerdo de cuando todavía eras un diamante en bruto, y ahora no pasás de carbón post asado, ese que usan los nenes para pintarse la cara (¿o era corcho quemado? El concepto se entiende). Me acuerdo de cuando tus palabras podían ser inteligentes y sensatas, mientras que ahora balbuceás gemidos incomprensibles. En vez de saliva, lágrimas de cocodrilo permean tu lengua viperina.

Si bien me alegra saber que la heroína de la historia se convirtió en historia antigua, no me gusta ver que la heroína se convirtió en una especie de paco de segunda categoría, aspírelo, intoxíquese, úselo y tirelo. Por otro lado, hay una pequeña parte de mí que irremediablemente, se prende fuego ante los desastres naturales, ante los terremotos de sabe dios qué remoto país en el que te encontrás, tan lejos de mí.

Y tan lejos de vos.

Y tan lejos de los demás.

Nobody knows where you are, how near or how far.
Shine on, you crazy diamond.

lunes, 26 de julio de 2010

Disparen


¿Pasaste la orden al fotógrafo? Todavía me resuena esa pregunta de aquellos meses en mi primer laburo como periodista. Ayer me fui hasta la muestra de la Asociación de Reporteros Gráficos de la Argentina (Argra), donde pude ver en primera persona un par de los momentos más impactantes retratados con una cámara. Preparen, apunten, disparen.
Mientras veía fotos preparadas, otras sacadas con suerte, otras repetidas, unas con cámaras de un millón de megapíxeles, otras no tanto… me preguntaba en qué habrá del otro lado de la cámara. Qué sentiría el fotógrafo en cuestión al llegar a su casa/estudio/redacción, cargar la memoria en la PC (el rollo no va más, gente) y encontrarse con que retrató, por ejemplo, el instante mismo en que a un manifestante en la 31, un oficial lo intenta prender fuego con un soplete. Ni digamos un caso paradigmático, que fueron las fotos de los asesinatos de Maxi Kosteki y Darío Santillán.
Como muchos sabrán, por lo menos en lo que llevo de experiencia casi no salí de la gráfica. Es en fotos como esas, las simbólicas, las relevantes, donde todavía me animo a pensar que hay cosas más poderosas que un arma.

Dame una cámara, un grabador y 3.000 caracteres, y te muestro el mundo.

viernes, 23 de julio de 2010

Pequeñas sorpresas cotidianas


Me encontré con una extraña publicación, al cruzar la zona de Retiro. Madriz, se llama. Primero me pregunté quién tendría el descaro de copiar de una manera tan alevosa el estilo de la Barcelona -revista que compro religiosamente-, con un pretendido tono humorístico político. Por unos instantes, dudé o no si comprarla, y opté por no hacerlo.

Esta mañana gélida, salí del tren en la estación del Mitre, y estaba ahí, abajo de una Barcelona, en uno de los tantos kioscos de revista. Eso fue demasiado para mí. Disculpe, le dije al vendedor. ¿Qué es esa revista? Ni idea, me contesta. Al pedírsela para ojearla, accedió amablemente. El tipo tendría unos cincuenta años, frondoso bigote tupido y anteojos de carey anchos, y ese corte de pelo típico del que fue hippie pero se está quedando pelado: las lanas largas lacias a los costados y una calvicie más que prominente en el centro.

Al abrirla, como buen periodista (¿) lo primero que hice fue ver la editorial y quiénes trabajan ahí. Enorme fue mi sorpresa al encontrar que la propietaria de dicha publicación es Grupo B1, asociación que publica una revista poco menos que siniestra sobre "la verdad completa". Léase, reivindicadores de las botas y los uniformes oliva y negros.

Qué desastre, comenté al aire. Para mi sorpresa, el kiosquero me interrumpió. ¿Es de esa gente? Qué espanto. El dueño del kiosco este las colecciona... en su momento discutía con él de política pero ya me cansé, con milicos no se puede. Después de ese comentario, lógicamente seguimos charlando, y me encontré con un personaje más que interesante. El tipo militó con las Madres (en la época pre delirio de Hebe), repudia totalmente el vuelco filo fascista de dicho personaje. Se sumó conmigo a las críticas al gobierno -por izquierda- y a esa heterogénea categoría que el oficialismo se empeña en nombrar laoposición, como si tal cosa existiese. 15 minutos pasaron, recomendación de libros va, recomendación de libros viene, apretón de manos y al laburo.

Nada como esas alegrías que te da saber que no todo está perdido.

jueves, 22 de julio de 2010

Outside the wall (El regreso)

All alone or in twos
the ones who really love you
walk up and down outside the wall

Some hand in hand
some gathered together in bands
the bleeding hearts and the artists make their stand

And when they've given you their all
some stagger and fall, after all, it's not easy
banging your heart against some mad bugger's wall.


De esta manera cierra The Wall, el disco clásico de mi banda preferida.

De esta manera, grafico el inicio de una nueva etapa. ¿Será este el momento de explotar con todo? Quien te dice. Quizás, mientras miro por mi ventanal en mi nueva oficina, recientemente integrado al staff de una revista copada tras quince meses de proxenetismo involuntario, sea ahora el momento.

Bienvenidos al show.