lunes, 12 de enero de 2009

La religión y yo (Parte 2)

Aunque deliberadamente exagerada (no acá, sino en la realidad, posta que le dije eso) mi descripción vomitada al mormón tiene algo de cierto. Que se me tilde de positivista, pero creo en el progreso... aunque ni ilimitado ni "en sí mismo" como un valor neutro ni idealista. Creo en la lucha, en la pelea cotidiana, en la palabra como herramienta revolucionaria, en que otro mundo es posible.

Ante ciertas cosas de la vida (pequeñas, seguro) uno no puede evitar que su fe tambalee. Mi única fe está puesta ahí, en esa utopía que seguramente alcanzaremos o que seguramente no alcanzaremos. Pero está, y caminando, seguro que vamos a estar más cerca que estando quietos.

Primera prueba: el aumento de las tarifas de los transportes. Preguntarán cuál es el problema. Exactamente ese: que no parece haber problema. Nadie pasa del "uy, que tragedia", "qué bárbaro, estos chorros", etcétera. Ante esto, dos situaciones. Por un lado, las dirigencias políticas que pretenden representar a los intereses del pueblo (peronista) proletariado (marxista) trabajadores (liberal) laburantes (costumbrista), se cagan olímpicamente en eso y arreglan, como es costumbre, y se cagan en todo. Y con esto apunto tanto a los sindicatos y demás lacras, como incluso a cierto sector de la izquierda argentina que, por un milagro de la naturaleza, tiene alguna que otra representación, y no hace nada con eso. Por otro lado, la población. ¿Qué mierda se necesita para que los trabajadores irrumpan en furia, prendan fuego todo, reaccionen, se despabilen? Porque comprendo perfectamente que con la educación se adiestra a bajar la cabeza y obedecer calladitos, pero con la ligereza de cuerpo con la que se desafía eso para pasar a otro plano (drogas, robos, prostitución: todas cosas prohibidas por el discurso oficial), ¿por qué no se subvierte la norma, la palabra que impone, en favor de la libertad y la palabra que crea y devela?

Segunda prueba: hoy, como algunos sabrán y otros no, me chorearon los anteojos y los auriculares del celular. En lo último me cago bastante, pero lo primero realmente es muy necesario para mi salud... y repercute directamente en mi bolsillo (270 pesos, vio). Cuando una persona le chorea a un laburante, a alguien que gana mil pesos al mes, algo que en cierta forma es su herramienta de laburo, ¿cómo no sentir furia? ¿Cómo luchar contra ese impulso pequebú y de clase media acomodada que te impulsa al grito racista "negro de mierda"? ¿Qué lo hace mejor que yo, y qué me hace mejor que él? Al igual que con el Pando-Gate, ya relatado en otro momento, estas situaciones extremas son doblemente peligrosas porque te rebajan al peor nivel: en el caso de Pando, a su propio nivel (quería matarla) y en mi reciente robo al nivel fascista (quería gritarle negro de mierda, andá a laburar, vago de mierda, y demás estereotipos insultantes). "Esa zona siempre fue jodida, el 80% de los que están ahí son chorros", pretende calmarme mi viejo y agrega: "No mezcles ideología con la realidad". Flawless victory del sentido común, diría el Mortal Kombat.

Estas son las brisas que pretenden apagar la fe, la auténtica fe, la que es auténtica por ser mía. Tal vez compartida o no, pero mía. Eso la hace más verdadera que las impuestas por siniestros organismos e instituciones anquilosadas. Pero supongo que esta brisa trae oxígeno que, como se sabe, es combustible para el fuego. Por eso cito a Camus (gracias Javi por prestarme el libro) que en La Peste (librazo, aún no lo terminé), en un diálogo dice así:

- Pero las victorias de usted serán siempre provisionales, eso es todo.
- Siempre, ya lo sé. Pero eso no es razón para dejar de luchar.
- (...) Me imagino lo que debe ser la peste para usted.
- Sí: una interminable derrota.
(...)
- ¿Quién le ha enseñado todo esto a usted?
La respuesta vino inmediatamente.
- La miseria.

Eso es todo por hoy.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Debo decir que estoy de acuerdo con lo que manifiesta. Es realmente preocupante que la maza no se haga eco de la arbitrariedad en los aumento en los pasajes. Hoy es noticia la imbecilidad de las quejas de Cobos por no aparecer en el canal oficial cerca de los caballitos, mientras que el aumento del 20% en los pasajes solo tuvo unas pocas líneas.

Esto es lo que duele, nosotros, ellos, todos somos responsables de que hoy la maza se haya transformado en algo inerte. Los medios de comunicación solo se dedican a difundir noticias como si fuera un partido de Poker a sabiendas que hoy son parte de la formación de la opinión de la maza cada vez menos activa.

Esto duele por que el pueblo se muere lentamente. La humanidad solo se dedica ver el reality show de los EE.UU. o de cómo Israel decidió aniquilar al pueblo palestino.

Como será esto, Israel era el perseguido hace unas décadas atrás, los que hoy gobiernan nuestro país dicen haber sido perseguidos unos años atrás.

Me has hecho reflexionar amigo, ese es el objetivo que debe tener un buen periodista y usted sabe por que se lo digo.

Abrazo!

Piter dijo...

Una gran reflexión, como -de tu parte- no podía ser de otra manera. Pero no te aflijas mi amigo, es sólo un pequeño "Rodrigazo" durante otro gobierno "popular".

Sé que esta vez estoy siendo más sádico que sarcástico, pero así son las cosas. La historia se cansa de mostrarnos qué hay que cambiar, pero nos empecinamos o nos empecinan en creer que ésta sólo se repite. Que nada tenemos que ver. Que nada debemos hacer.

Así y todo, creo que deberíamos quitarnos las ganas de gritar estereotipos pequebús. No diciéndolos, pero sí reflexionando el porqué de la cuestión. Aunque, a fin de cuentas, el macrismo no es tan malo: ahora tenemos playas.