miércoles, 28 de julio de 2010

El satánico CEO J.H.

Era la hora 13, del día 13, del mes 13…
(Marge Simpson)


J.H. se sentía particularmente bien ese día. Al abrir los ojos (7.45 en punto, tal como su despertador marcaba) sabía que finalmente llegaría ese día en el que todos sus planes empezarían a ejecutarse. Mientras se metía en su ducha matinal y escuchaba las noticias en la radio, repasó mentalmente todos los pasos que se llevarían a cabo durante la jornada.
Serán inútiles los reproches. Que conste, que les hemos advertido, se dijo mientras manejaba su BMW último modelo por las pobladas calles neoyorquinas. Aunque su oficina no estaba muy lejos de su casa suburbana, los intolerables 45 minutos atestados de tráfico no le cayeron mal.
Hoy nada podía salir mal.
El ejecutivo ingresó a su oficina y le encargó a su secretaria un café (cortado, con una de azúcar, como siempre). Se sentó en su sillón de cuero, prendió su notebook y prendió uno de sus más finos cigarros importados. Luego de revisar las noticias de la empresa –nada nuevo bajo el sol, las acciones crecían como siempre, los usuarios seguían contabilizándose por cientos de millones, y su competidor más cercano no lograba aún hacerle mella en muchos de los segmentos del mercado-, inició el software de videoconferencias, y se comunicó con su superior directo, S.B. Mientras esperaba su respuesta, cargó ese programa que, simbólicamente, había dado en denominar Red Button.
Jon, lo lamento pero no será hoy. Azorado, J.H. escuchó todas las sandeces que su superior le decía respecto de la fidelidad a los clientes, la imagen pública, y lo que eso significaría en cuanto a la pérdida de clientes, tanto actuales como potenciales. Hay que esperar, todavía no estamos listos. Disimulando su ira, cortó la conversación una vez solucionados temas burocráticos de menor orden.
Cerró la tapa de su notebook y estrelló la taza de café contra la pared, provocando un violento sonido, y apagó lo que quedaba de su cigarro contra los restos de la infusión, pisándolos vehementemente. Todo su plan se había derrumbado.
Un día más, Jon Henerd recibía la negativa: no sería hoy el día en que Hotmail dejase de ser gratuito.

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