viernes, 23 de julio de 2010

Pequeñas sorpresas cotidianas


Me encontré con una extraña publicación, al cruzar la zona de Retiro. Madriz, se llama. Primero me pregunté quién tendría el descaro de copiar de una manera tan alevosa el estilo de la Barcelona -revista que compro religiosamente-, con un pretendido tono humorístico político. Por unos instantes, dudé o no si comprarla, y opté por no hacerlo.

Esta mañana gélida, salí del tren en la estación del Mitre, y estaba ahí, abajo de una Barcelona, en uno de los tantos kioscos de revista. Eso fue demasiado para mí. Disculpe, le dije al vendedor. ¿Qué es esa revista? Ni idea, me contesta. Al pedírsela para ojearla, accedió amablemente. El tipo tendría unos cincuenta años, frondoso bigote tupido y anteojos de carey anchos, y ese corte de pelo típico del que fue hippie pero se está quedando pelado: las lanas largas lacias a los costados y una calvicie más que prominente en el centro.

Al abrirla, como buen periodista (¿) lo primero que hice fue ver la editorial y quiénes trabajan ahí. Enorme fue mi sorpresa al encontrar que la propietaria de dicha publicación es Grupo B1, asociación que publica una revista poco menos que siniestra sobre "la verdad completa". Léase, reivindicadores de las botas y los uniformes oliva y negros.

Qué desastre, comenté al aire. Para mi sorpresa, el kiosquero me interrumpió. ¿Es de esa gente? Qué espanto. El dueño del kiosco este las colecciona... en su momento discutía con él de política pero ya me cansé, con milicos no se puede. Después de ese comentario, lógicamente seguimos charlando, y me encontré con un personaje más que interesante. El tipo militó con las Madres (en la época pre delirio de Hebe), repudia totalmente el vuelco filo fascista de dicho personaje. Se sumó conmigo a las críticas al gobierno -por izquierda- y a esa heterogénea categoría que el oficialismo se empeña en nombrar laoposición, como si tal cosa existiese. 15 minutos pasaron, recomendación de libros va, recomendación de libros viene, apretón de manos y al laburo.

Nada como esas alegrías que te da saber que no todo está perdido.

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