viernes, 13 de agosto de 2010

Ficciones


Una vuelta alguien me dijo que no existe la ficción empezó a hablar. Su interlocutora, intentando destapar una botella de cerveza con un celular, objetó
es una terrible boludez.
Bueno, puede ser. Pero pensalo: vos y yo, en este bar, en una facultad de ciencias sociales, bajo un techo de chapa improvisado construido por los mismos estudiantes, a las 21.57 de un miércoles que llueve como la puta madre, esto es sacado de un cuento.
No te entiendo.
A ver, todo es relativo.
Qué tipo berreta que sos, te hacía más inteligente.
No podés ni destapar una cerveza y me bardeás
dijo mientras le arrancaba la botella de las manos y la abría con un certero golpe de un encendedor y no jodas más con el teléfono, que después se te hace mierda y no sabés ni por qué.
Explicá lo de la ficción, que como que pierdas mi atención me centro en el pibe del bar que no está nada mal.
¿Nunca pensaste que todo lo que hacés es por algo, tiene una razón de ser?
Decís el destino.
Sí y no. La idea del destino es absolutamente imprecisa. A lo que apunto es
dejó el punto en suspenso tomando un largo sorbo de cerveza para generar misterio. Ella se impacientó y emitió un sonoro bufido. ¿Y si tal vez esto nos estuviese pasando porque hay un flaco sentado en una oficina del Estado que mira por la ventana y piensa en que bien podría estar escribiendo cosas, mientras todo esto que nos pasa es leído por un flaco o flaca en otra parte del mundo vía monitor?
O sea, que somos personajes de algo.
Ponele.
¿Y qué tiene que ver esto con algo?
No tiene nada que ver con nada.
Bueno.

La cerveza se acabó.

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