domingo, 29 de marzo de 2009

Descartes


A medio camino entre el genio maligno que quita el sueño haciéndome dudar de todo y las migas de las papas fritas reposando en mi remera y llenándola de grasa y sal, sé que hay una probabilidad de que en algún momento de la noche me acuerde de vos. En efecto, ese momento en que el faso te hace recorrer los enrevesados laberintos de tu inconciente y la cerveza fría no ayuda a bajar, cuando estás tirado en un sillón de un color no del todo definido -ahí entre el rosa y el blanco- en una casa ajena, viendo cómo otras mujeres hacen el show de siempre ante otros tipos que hacen la misma rutina avícola buitresca de siempre, ahí, con el vaso transpirado en la mano, voy a tener la única certeza: elegí mal.

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