jueves, 19 de marzo de 2009

Pequeño bestiario humano

¿Qué bien los entrenan, no? me dice con un intento de conseguir un guiño complice. El tipo (sesenta años, gordo, con toda la pinta de tachero fanático de radio 10) me señalaba con la mirada al pibe (siete años, descalzo, sucio) que pedía monedas en el vagón del subte. Ni le respondí. Al ver mi falta de interés en su intento desesperado de entablar comunicación, se dio vuelta para otro lado y escucho que comenta a la chica que tenía del otro lado a estos hay que meterlos presos antes de que crezcan. El pibe pasaba pidiendo monedas, antes dando la mano. Consiguió que una mujer le diera un agua saborizada que tenía, y consiguió una sonrisa. No es demasiado, pero es lo que hay. Las vueltas de la vida: el nene buscaba contacto humano desesperadamente y pedía limosna; el viejo que tenía a mi derecha buscaba contacto humano desesperadamente y pedía mano dura.