jueves, 5 de junio de 2008

Ascensión (Parte 2)

Recorro tu cadera con mis labios una vez más, suavemente, para no despertarte. Me levanto de nuestra cama (lo suficientemente grande como para los dos), y me siento en la silla del escritorio, que me lleve para nuestra pieza. Veo tu vientre subir y bajar con cada aliento que tomás, ese vientre que ya ha cargado a dos hijos, frutos de años de amor compartido. Tu pelo negro ya no es tan negro, las canas empiezan a asomar, acechando la promesa de juventud eterna.
Una vez más pienso, en que después de todo el tiempo que pasamos juntos, nunca puedo encontrar la forma de juntar todo en una sola cosa. Ni siquiera mi guitarra eléctrica puede expresar lo que quiero decir, ni encuentro una sola canción hecha por otra persona lo suficientemente buena como para representarte a vos.
En la oficina me puse a pensar, subiendo a mi oficina del séptimo piso, y me sentí satisfecho de por lo menos comprender algo; lo que vos haces conmigo es obligarme a llegar más alto, a superarme cada día más. Es como si yo tratara de llegar al piso 35 de un edificio de 10 pisos; para mi eso sería imposible, sin embargo vos desplegás tus alas y me ayudas a subir, en esta ascensión compartida. Vas mas allá de toda limitación física, y con esa sonrisa radiante que reservas para mi me ayudas a subir, cada vez más alto, y yo con la esperanza de llegar a ese piso 35 reservado para nosotros dos; hasta que me doy cuenta de que vos podrías llegar fácilmente si no tuvieras que cargar con mi peso.
Que pasaría entonces? Llegarías a ese lugar prometido? Por mi parte, me quedaría en mi mortalidad limitada al décimo piso, mientras vería como te elevas más, y más.
Sin embargo, si hay una certeza en la vida, es que uno tiene que plantearse objetivos: el mío, es llegar a ese piso 35, en el que no se que puedo encontrar, y tampoco interesa demasiado. Lo importante de llegar ahí es la ascensión realizada, el hecho en sí de haberlo logrado.
Se me puede tildar de egoísta por plantearme un objetivo unipersonal, pero es más bien lo contrario: al verte dormida, llego a la conclusión de que tengo que ascender con vos, no por vos. Esa es la dignidad a la cual durante tantos años aspire alcanzar, la fortaleza que por tanto tiempo soñé en tener.
Te agitas en la cama, suponiendo que estoy hablando conmigo mismo, esa costumbre que tengo desde adolescentes, que venías a mi casa a escondidas, a amarnos de una forma indescriptible, a ascender juntos. Y es hoy que te tengo toda para mi, cuando se que más te necesito, y menos necesito necesitarte.
Quiero subir con vos (me acuesto al lado tuyo), quiero volar con vos (rodeo tu cuerpo con mi brazo), quiero ser lo que vos querés que sea (te acurrucas contra mi cuerpo), quiero ser...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me salen lagrimitas al leerlo, me emociona mucho!